PortAventura: viaje al gran parque

Os voy a hablar de un lugar que hay que visitar, por lo menos, una vez en la vida y que, además, ha sido el destino  del primer viaje juntos del equipo de AGUSTINEWS.

Tal día como hoy, hace exactamente un año, nuestro autobús partía rumbo a PortAventura. Por fin, íbamos a tener la oportunidad de viajar al gigantesco parque para pasar un día con nuestros amigos.

Tras casi cuatro horas de cantar y perder la paciencia, aparecieron en el horizonte las imponentes figuras del Dragón Khan y el Shambala. Poco después, ya estábamos en la entrada del parque. Se oían los gritos provenientes del Furius Baco, nosotras teníamos claro adónde queríamos ir, ¡a los rápidos!

Hicimos 10 minutos de cola, y por fin nos pudimos montar en uno de los “donuts”. Terminamos empapadas. Y, con ganas de más agua, nos fuimos corriendo al Tutuki Splash. La cola no fue muy larga, y al salir parecía que nos habíamos dado una ducha.

Nuestro siguiente destino era la Estampida. Ahí sí que tuvimos que hacer bastante más cola para entrar. Pero la espera mereció la pena, y en una media hora ya estábamos en el vagón azul, preparadas para competir contra el vagón rojo. Al final ganamos la “carrera” y bajamos, victoriosas.

Lo siguiente que hicimos fue ir a comer, comimos en un pequeño restaurante del Oeste llamado Jeremias’ Food. Nos sirvieron pizza y refrescos, descansamos un rato antes de ir a por la siguiente atracción.

Al terminar, nos dirigimos al Furius Baco, dispuestas a esperar horas y horas de cola. Y, cómo no, tras 3 largas horas conseguimos nuestros asientos en primera fila. El viaje comenzó, íbamos con los ojos cerrados, porque sabíamos que al acelerar el impacto era muy fuerte. Pero luego nos calmamos un poco y disfrutamos mucho del viaje.

La última atracción en la que nos montamos fue el conocidísimo Dragón Khan. Había menos cola que en el Furius Baco, pero el viaje nos resultó mucho más intenso. ¡Fue genial!

A última hora, vimos un espectáculo de aves del paraíso, compramos peluches y regalos para nuestras familias, y volvimos al autobús. Nos esperaba un largo viaje de vuelta a casa, en el cual nos terminamos por dormir.

Llegamos a Calahorra a eso de la una de la madrugada. Ahí estaban nuestros padres esperándonos. Les dimos todos los regalos y les enseñamos las fotos que nos habíamos sacado. Aquella noche dormimos genial pensando en el día tan fantástico que habíamos pasado. Nos moríamos de ganas de quedar para hablar de todo lo que habíamos hecho.

Ana y Concha