Estación Internacional de Canfranc
Estación Internacional de Canfranc.
Aprovechando las vacaciones de Navidad, mi familia y yo fuimos a la estación de tren de Canfranc. La visita me resultó muy interesante y allí conocí de primersa mano una historia que, en mi opinión, merece ser contada.
Historia de la estación y acontecimientos importantes.
Según laWikipedia, “La estación internacional de Canfranc encuentra su origen en la voluntad de unir Francia y España atravesando los Pirineos por Somport. Para ello ambos países firmaron diversos convenios, el primero en 1904, y protocolos posteriores que marcaron las líneas de actuación. En 1915, se concluyeron las obras del túnel ferroviario. En 1923, se iniciaron las obras de la estación siguiendo el proyecto del ingeniero Ramírez de Dampierre. Dicho proyecto sufrió algunas modificaciones por parte de los ingenieros del Ministerio de Fomento que decidieron sustituir la mampostería de las fachadas por hormigón. Tras cincos años de obras, el 18 de julio de 1928 el nuevo edificio fue oficialmente inaugurado en presencia del rey de España Alfonso XIII y del presidente de la República Francesa Gaston Doumergue.”
En Septiembre de 1931, sufrió daños debido a un incendio que se propagó desde el vestíbulo del edificio. Durante la Guerra Civil Española, la estación quedó en manos del ejército Franquista, que tapió el túnel que conectaba ambos países para evitar que los españoles pudieran penetrar. Esta estación ha vivido importantes momentos de la historia, siendo de especial relevancia durante la ll Guerra Mundial. Toneladas y toneladas de oro llegaban desde Suiza, para pagar el wolframio que los nazis necesitaban para reforzar el acero empleado en los tanques. Más adelante, en 1970, el puente de L’Estanguet se derrumbó al descarrilar un tren. A partir de ahí, la estación comenzó a decaer hasta quedar inutilizada.
Nuestro viaje a Canfranc.
El domingo 4 de Enero, aprovechando nuestras vacaciones en Jaca, mi familia y yo visitamos la estación, que quedaba a pocos minutos en coche. En un principio íbamos con la idea de ver el edificio por afuera, ya que pensábamos que no se podía acceder. En realidad, hay visitas guiadas, e incluso un tren Canfranc-Zaragoza en la única vía en funcionamiento. Este tarda unas 4 horas en terminar el recorrido, pero dicen que el viaje merece la pena por el paisaje, así que tiene bastante interés turístico.
Se pueden recorrer las vías abandonadas, así como los andenes de la parte española y la francesa, cuyas vías están separadas. A lo largo del edificio, hay varias salas abiertas con carbón y piezas antiguas de maquinaria. Con los años, la construcción se ha deteriorado en las zonas sin restaurar, y muchas personas han robado elementos de la estación, lo cual dificulta la conservación de la misma.
En las vías, se encuentran varios trenes abandonados, algunos, como un tren con coches-cama, en muy mal estado. Hay planes para restaurar poco a poco el edificio, y se ha comenzado por una pared del vestíbulo y el subterráneo, que llega a este desde el exterior de la construcción.
En mi opinión, ver toda la estación in situ es sobrecogedor, ya que gran parte está abierta al público, como he mencionado antes, y todo lo que estás viendo lleva casi un siglo en pie.
En tiempos de los nazis.
Durante la II Guerra Mundial, la Gestapo se instaló en el pueblo de Canfranc, donde llegó a ondear la esvástica. En la estación se mezclaban gendarmes franceses, guardias civiles, oficiales nazis, judíos en huida… Al igual que en Canfranc pueblo, todos convivían, aunque algunas relaciones eran más tensas que otras. Como dijo la guía de la visita, en la taberna se daban casos de estar un grupo de nazis hablando en el piso de abajo, y estar ocultándose y compartiendo información confidencial los miembros de la resistencia en el piso de abajo. La discreción era vital. Era muy frecuente el intercambio de esta información, a manos de la resistencia, que contenía datos muy importantes relacionados con el bando enemigo. Los espías eran gente “común”, se mezclaban con la mayoría y aprovechaban los viajes en tren para entregar los datos obtenidos. Dos de las espías más destacadas en la visita fueron dos jóvenes chicas que ocultaban la información y la llevaban sin que nadie se diese cuenta. Una de ellas, Lola Pardo, tenía relación con uno de los promotores de la resistencia. La otra, era una niña de tan solo 9 años, llamada Simone Casaubon, que viajaba con su madre y ocultaba la información en su mochila. Iba con la excusa de ir al dentista, lo cual no despertaba sospecha alguna. Este también formaba parte de la resistencia. Apodada “La Niña” por su edad, realizaba, casi sin darse cuenta, una gran labor contra los nazis.
Todo esto nos lo contó la guía en la visita al interior. Me pareció realmente interesante cómo una estación tiene tanta historia de relevancia prácticamente mundial, y admiro a todas esas personas valientes que arriesgaban sus vidas día a día para luchar, no en el campo de batalla, sino con información, lo más valioso que se podía conseguir.
Hay un documental muy interesante sobre los espías de Canfranc, llamado “Juego de Espías” (enlace del tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=snNu9TdU6WM) , que recoge testimonios e historias de varias personas que vivieron el transcurso del tiempo en la estación.
Sin duda, la estación merece ser restaurada en estos próximos años, para mantener lo que un día fue y hacer funcionar los trenes de nuevo. Aragón se ha encargado de aportar millones de euros, y la restauración ya va dando sus primeros pasos.
Concha Hierro Sánchez
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