"Me acuerdo cuando los aviones venían a bombardear los puentes de Logroño"

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Sábado, 30 enero 2016

Publicado en: ENTREVISTAS

El otro día oí a dos personas mayores que decían que dónde más a gusto estaban era en su pueblo. Una de ellas le decía a la otra: “que en Logroño cuando salía a la calle no conocía a nadie y que nadie le daba los buenos días, en la escalera, y que cuando se sentaba al sol se sentía como si fuera una ‘farola’ ”.

Se me ocurrió hablar de ello con mi familia y me dijeron que antes las personas mayores eran consideradas como poseedoras de grandes experiencias y que actualmente la sociedad, en general, no los escucha y algunas personas los tratan como si estorbaran.

Por eso he decidido hacerles una entrevista a mis abuelos, que son muy mayores y seguro que pueden enseñarme muchas cosas.

La entrevista se la voy a hacer a mi abuela que se llama Juliana Gil Simón y tiene 92 años, a mi abuelo no se la puedo hacer pues tiene dificultades para hablar. Me he dado cuenta,  que pocas veces me siento a hablar con ellos de sus cosas y sin embargo ellos están siempre pendientes de las mías.

Cuando le he preguntado si quería que la entrevistase para un trabajo del colegio, ella me ha dicho: “que encantada de la vida, que todo lo que sea ayudarme, ahí está para lo que la necesite”. Como siempre, una vez más, mi abuela me demuestra lo mucho que me quiere y lo colaboradora que es.

¿Dónde naciste y cuándo? Nací en la Villa de Ocón, el 7 de enero de 1924.

Cuéntame cosas de tu familia. Mira, de los abuelos que más me acuerdo son de mi abuela Lucía y mi abuelo Juan. Mi abuela era muy gruñona y tenía mal carácter, pero mi abuelo era muy cariñoso y siempre te daba cosas que te gustaban.

Mis padres eran muy buenos y he tenido 6 hermanos, ya solo me queda uno.  El año pasado fue muy duro pues fallecieron dos de ellos, que ya sé que es ley de vida pero por eso no deja de ser muy triste que se vayan.

Yo de muy jovencita tuve que marcharme de casa y vine a trabajar a Varea, estuve poco con ellos, pero siempre los eche de menos.

Cuéntame, ¿cómo conociste al abuelo? El abuelo es de Varea y como yo trabajaba y vivía aquí, pues nos conocemos desde pequeños. El abuelo cuando era niño era muy travieso,  ya te he contado lo que nos hizo una vez a mi amiga Ceci y a mí (lo de la perra gorda).

Cuando nos hicimos mayores, en fiestas comenzamos a bailar y a tratarnos.

Cuando nosotros éramos jóvenes, los domingos íbamos al baile de la “Amistad” y así nos fuimos haciendo novios.

Nos casamos un 2 de mayo de 1946, llevamos juntos 69 años, casi 70.

¿Cómo fue tu juventud? Pues, cuando yo tenía tu edad pasamos la guerra civil y me acuerdo cuando los aviones venían a bombardear los puentes de Logroño. Pero yo era una chavala y como aquí no hubo frente, yo no tenía miedo.

Tenía muy buenas amigas y los domingos para podernos marchar pronto al baile, me ayudaban en mis obligaciones. Recuerdo con cariño aquellos años.

¡Cuéntame más cosas abuela!

Pues, mira, luego me casé con el abuelo y a los tres años nació mi primer hijo, a mí me parecía que sacaba la moda de tener hijos, ‑ya sabía que todo el mundo los tenía‑, pero estaba tan ilusionada con mi pequeño.

Más tarde nació el que ahora es tu tío Carlos, nació muy gordito y era muy tranquilo, no daba ninguna guerra. Yo creo que fue para compensar lo guerrero y movido que era el mayor.

Después nació una nenita que, desgraciadamente, murió siendo un bebé.

Pasados unos años nació tu madre, que también era muy buena y que gracias a Dios se crió muy sanita. Y a los cinco años de tu madre, nació antes de tiempo ‑la que ahora es‑ tu tía Estrella que hubo que cuidarla mucho porque en aquellos años no había incubadoras.

¿Cómo era el abuelo?, ¿era guapo? Sí. Tenía el pelo rizado, siempre no ha estado calvo, unos bonitos ojos verdes y una gran sonrisa. Pero sobre todo y lo más importante es que era y es buena persona y muy trabajador. Siempre lo primero, segundo y tercero ha sido su familia.

Cuando tú eras pequeña, ya sabes que era muy juguetón. Ahora está un poco gruñón porque oye mal, le cuesta mucho moverse, hablar y, con lo que él ha sido, no lo lleva con paciencia.

Abuela, ¿cuáles han sido tus momentos más felices y los más tristes? Voy a empezar por los más tristes, para que luego nos quede buen sabor de boca con los más alegres.

Como tengo muchos años he tenido de todos y muchos.

El que se mueran los hijos antes que uno mismo es lo más duro y yo de eso sé algo. Cuando tenía pocos meses se murió M.ª Pili y con 50 años que tenía mi Santos también lo perdí. No hay ni un solo día que no me acuerde de ellos, a cualquier hora y por cualquier cosa, por eso desde la muerte de tu tío me mandaron que me tomara una pastilla “la que yo digo que es para los nervios”.

Bueno, abuela ¡cuéntame los alegres! Gran parte de mi vida me he sentido contenta. He trabajado mucho, pero he tenido la suerte de que me ha gustado hacer lo que hacía. He trabajado en el campo con el abuelo y en casa criando a mis hijos y sabes lo que te digo “que estoy orgullosa porque creo que lo he hecho bastante bien” pues son personas de bien.

Cuéntame más cosas; cuando estaba muy triste, porque solo hacía tres años que había perdido a mi hijo, tuve una grandísima alegría que fue cuando tú viniste a esta familia. Quién me iba a decir a mí que con mis 80 años iba a tener a mi primera nieta.

Desde que tú viniste por las mañanas deje de llorar, porque no quería que tú me vieras triste. Luego empezaste a corretear y a reír y llenaste la casa y mi vida con tu alegría. Cuando ibas al cole yo pasaba cerca del patio del recreo para verte correr, siempre has sido para mí la más guapa y la más lista y ya sabes que te adoro. Estos años estoy disfrutando mucho contigo, viendo cómo te haces una personita.

Para completar la cuadrilla vino tu hermano que es igual de travieso y generoso que tu tío Santos cuando era pequeño.

Abuela, ¿cómo llevas lo de hacerte mayor? Si no fuera por lo de las “tristezas…”. Soy una persona muy afortunada porque tengo una familia muy unida, somos todos una piña; y con mis años no me puedo quejar de la salud que tengo, pues aunque tengo alguna cosilla, ¡fíjate!, todavía ayudo a tu madre en las cosas que puedo y me siento útil;  y ¡sobre todo os tengo a vosotros! que Dios me está dejando que os vea crecer.

Bueno abuela, pues ya hemos terminado y muchas gracias por contarme estas cosas y que sigas muchos años siendo tan buena abuela y me puedas contar más cosas de tu vida, que sé que da para escribir un libro.

 

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Mi abuela y yo

 

 

 

 

 

 

El comprador de Springfield

Curso: 3º ESO

Tutor: Irene Castellanos León

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