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Reportaje de investigación

Animales en el circo

Desde hace años, los circos viajan por todas partes entreteniendo a niños y adultos de todo el mundo. Hay payasos, malabaristas, espectáculos en el trapecio, contorsionistas, gente que hace trucos con fuego… Pero una de las atracciones principales son, sin duda, los animales. Desde monos pequeños y adorables, hasta los enormes elefantes o los asombrosos tigres de Bengala. Hacen trucos increíbles: pasan por aros de fuego, caminan a dos patas, montan en monociclo…

Pero, ¿qué hay más allá de lo que se ve en la carpa? En muchos casos, y por desgracia, los animales no llevan una vida digna. Aunque se trate de ocultar la realidad, este maltrato supone una verdadera tortura física y psicológica para las “mascotas” de los circos. ¿Por qué? Las razones son varias, y aquí explicaré algunas de las más notables, a partir de las que expondré mi opinión:

Falta de recursos básicos. 

Ya sea por falta de dinero, o por simple egoísmo, los empleados del circo no suelen dar un trato adecuado a sus animales. A veces, se les limita el consumo de comida e incluso agua durante periodos de tiempo vergonzosos, normalmente para castigarles, o porque consideran que no merece la pena alimentarles más de lo “necesario” para mantenerlos vivos. El espacio del que disponen es muy reducido. Durante el viaje (se calcula que algunos circos pasan 48 semanas al año viajando), van metidos en camiones demasiado pequeños, y, en el caso de los animales más grande tales como los elefantes, ni siquiera pueden girarse una vez dentro. Se ven obligados a estar todo ese tiempo sin caminar, defecando en el propio suelo. Al llegar al destino, la situación apenas mejora. Solo salen del camión para entrenar o para las actuaciones. 

Esto es muy perjudicial para  su calidad de vida, que, además, queda reducida considerablemente: un elefante libre puede vivir 40 o 50 años; uno en cautividad, no pasa de 15 o 20.

A la hora de mantener animales en un circo, la forma de tratarlos debería ser, como mínimo, decente. Los animales salvajes deberían vivir en su hábitat natural, pero, ya que la vida en el circo lo impide, por lo menos deberían respetar las condiciones ideales para cada especie. Si se someten a las temperaturas extremas, no se les permite pasear ni correr, no tienen familia… ¿Cómo se sentirán? Bien no, desde luego. 

 

Limitación de su “identidad”.

 Como ya he mencionado arriba, los animales no disponen de espacio para moverse libremente, y comienzan a comportarse de manera extraña y anormal. Muerden los barrotes de la jaula, no dejan de moverse sin parar, se les ve claramente estresados… Por naturaleza, los animales corren, forman grupos, consiguen su comida, se bañan en ríos y se revuelcan en barro… En un circo son solo esclavos que son utilizados para divertir al público y hacer a los empleados ganar dinero, los cuales ni se molestan en mejorar su calidad de vida con todo este dinero que recaudan a su costa. A los animales considerados peligrosos, a menudo se les cortan las garras o se les sacan los dientes para que no causen daños. Hay varios casos de elefantes y tigres que se han escapado, llegando a matar a personas. Es comprensible que hagan esto, ya que son animales salvajes, y todo el estrés de estar encerrados hace que sean más agresivos. Así que mutilarlos de esa forma no es la solución.

Deberían respetarse sus derechos, ya que no se puede llamar “vida” a estar encerrados en un camión o una jaula hasta que mueren.

 

La crueldad por parte del personal.

¿Cómo aprenden los animales a hacer esos trucos? Con violencia y maltrato. Los encargados de su cuidado cuentan con látigos y demás elementos que emplean sin reparos para golpear a los animales cuando fallan o no obedecen. Se les golpea en las zonas con más sensibilidad. En el caso de los elefantes, por ejemplo, en la boca, orejas… Así, no solo se les tortura físicamente, sino que la presión psicológica que soportan día a día es insoportable. En algunos casos, sus condiciones físicas son tan lamentables que mueren durante el viaje. Además, son más propensos a contraer enfermedades como la tuberculosis, debido a que no son tan inmunes como los animales que viven en libertad.

  Los circos con animales que no respetan unos requisitos mínimos no son un espectáculo de acrobacias y animalitos suaves, son una tortura egoísta e innecesaria. En la mayor parte de los casos, todo lo que he explicado arriba se cumple. Aunque hay un pequeño porcentaje de animales que viven con algo de dignidad en el circo, tristemente, es raro ver una situación así. En muchos países, cada vez más, se está prohibiendo la llegada de estos circos. En mi opinión, es importante que la gente se vaya concienciando de la gravedad de la situación. Cada vez son menos los circos que emplean animales en sus actuaciones. Un espectáculo realizado solo por personas resulta igualmente entretenido, y no se emplea el maltrato.

Con este artículo, mi objetivo es dar a conocer la realidad de estos circos con animales. No todo es como lo vemos en la televisión, y, por desgracia, la realidad es bastante más cruel.

 

 

Concha Hierro.

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