Juan Carlos Chandro: genial escritor y devorador de libros
Lunes, 29 enero 2018
Publicado en: Literatura
¿Quién no ha tenido alguna vez entre sus manos algún cuento de Juan Carlos Chandro? Y es que desde que publicó el primero, en 1999, no ha parado de escribir teniendo ya publicados más de una veintena de libros. Este ausejano lleva parte de su vida dedicándose a escribir cuentos infantiles y sigue fascinando a todos los niños que tienen la suerte de descubrir sus cuentos.
Nos anima a compartir con él su pasión por la lectura, aunque reconoce no tener el secreto para hacer que todos los niños se entusiasmen con ella.
Hoy conocemos a Juan Carlos Chandro.
– ¿Qué ha sentido al entrar al colegio que le vio crecer?
Me ha parecido más pequeño de lo que lo recordaba, no porque el colegio haya disminuido sino porque yo he crecido. Como yo soy el doble de grande, el colegio me ha parecido la mitad de pequeño.
– ¿Cómo descubrió su pasión por los libros?
Siempre me ha gustado leer desde que era pequeñito. Al principio leía tebeos de Jabato, del Capitán Trueno, de Mortadelo y Filemón… y cuando tenía más o menos 10 años, caí enfermo y durante mucho tiempo estuve en la cama y me regalaron el libro de La isla del tesoro. Al principio, me pareció bastante grande pero empecé a leerlo y me enganché. Estaba deseando, cuando me dormía, despertarme para volver a leer.
– Sabemos que es difícil que nada más publicar un libro se haga famoso, ¿qué hace para conseguirlo?
Bueno, yo escribo los libros que me apetece escribir. Luego cada uno tiene su vida y te dan muchas sorpresas: hay libros que te gustan mucho y apenas tienen éxito; y otros que te los traducen en otros idiomas, que se publican en América, o como en el caso de mi libro Te quiero un montón que el Gobierno de la Rioja se lo regaló a todos los niños nacidos en aquel año. Tú lanzas una flecha y no sabes a dónde va a parar.
– Pensamos que imaginación y constancia son dos condiciones básicas para ser un buen escritor ¿qué otras características añadiría?
Bueno, la constancia y la imaginación son necesarias para todo y para ser un buen escritor hace falta, además, tener poder de observación y capacidad de empatía. La empatía es saber ponerse en el lugar de los otros.
– Escribir un libro es muy difícil, ¿cuánto tiempo se tarda en escribirlo?
En escribirlo depende del tamaño: hay algunos que los escribo en una semana y otros en tres meses.
– ¿Y en sacarlo?
Sacarlo depende de la suerte. Algunos se han publicado nada más enviarlos y otros, como Rosa está hecha un lío, me lo rechazaron veintitrés editoriales. Y fíjate, luego cuando se sacó tuvo tanto éxito que me encargaron una segunda y una tercera parte. Desde que se ocurre una idea hasta que sale me puede costar tres meses o seis años.
– Sus libros casi siempre van dirigidos a niños, ¿por qué?
Quizá porque la infancia fue la época más feliz de mi vida y, escribiendo para niños, trato de alguna forma de recuperar esa época.
– ¿Cuál fue su primer libro?
Paquito y Paquete, 1999.
– ¿Le ha influido algún autor en sus obras?
Sí, claro, siempre se aprende de los maestros. Por ejemplo, cuando escribo para niños que no saben leer, para prelectores, mi autor favorito es Arnold Lobel que escribió Historias para ratones; para primeros lectores, Maurice Sendak que escribió, por ejemplo, Donde habitan los monstruos; y, para más mayores, Roald Dahl, el autor de Matilda.
– ¿Cuál ha sido su libro más vendido?
Yo creo que Te quiero un montón.
– ¿De qué va?
Es un libro que escribí para niños pequeños que empezó siendo muy pequeño y ahora es mucho más gordo. Lleva… no sé, creo que veinte ediciones. Va de una madre que le dice a un niño “te quiero” de muchas formas diferentes: se lo dice como los toros, “te quiero muuuuuuucho”; con eco, “te quiero, ero, ero”… y a los niños pequeñitos, que no saben leer, les gustará mucho que su madre les lea este libro porque les dice “te quiero” de muchas formas diferentes.
– ¿Cómo se le ocurrió para que en 2005 este libro fuera regalado a todos los niños?
A mí no se me ocurrió. Mira, lo cuento porque es curioso. Ese libro se me ocurrió en una carta que le escribí a la que entonces era mi novia y ahora es mi esposa. Yo vivía en Madrid y ella en Logroño y ya estaba harto de escribirle cartas porque, por aquel entonces, no había Internet. Un día le dije: “Rut te quiero un montón y te lo voy a decir de un montón de formas diferentes. Te lo voy a decir cómo los indios: Chandro querer a Rut; te lo voy a decir como los toros: te quiero muuuucho…” y pensé que ahí había una historia para un cuento para niños. Y lo escribí. Y se publicó. Lo de regalarlo se le ocurrió al Gobierno de La Rioja, al ver que era un libro muy adecuado para niños muy pequeños.
– Ha escrito muchos libros, ¿tiene preferencia por alguno?
Le tengo cariño a Rosa está hecha un lío porque era el patito feo, a la que nadie quería, la rechazada por veintitrés editoriales. Por eso me hizo mucha ilusión que luego tuviera mucho éxito. Le tengo cariño también a Te quiero un montón porque nació de una carta.
– Sabemos que su último libro es Samuel ya no tiene miedo, ¿está ya pensando en el próximo?
Sí, para este libro de Samuel no tiene miedo me inspiré en mi hijo, que se llama así, Samuel. Ahora me van a publicar la segunda parte de Te quiero un montón que se llama Yo también te quiero mama. Aquí es el hijo el que le dice “te quiero” a su madre.
– Hoy en día las tecnologías captan casi por completo la atención de los niños. ¿Qué les diría para que leyeran más?
Ah, si yo tuviera el secreto lo patentaría y me haría rico. Yo diría que leer es como un vicio, por ejemplo, como el fumar: los primeros cigarros te saben malos; para que te guste fumar tienes que fumarte unos cuantos cigarros de esos que te saben mal; pero luego ya cada cigarro te sabe buenísimo y no lo puedes evitar. Pues con el leer yo creo que pasa lo mismo: al principio te cuesta esfuerzo pero luego es un vicio. Yo necesito leer todos los días. Dicho esto: no fuméis.
– Gracias por el consejo y muchísimas gracias por venir a Ausejo y concedernos esta entrevista.
Nos hizo mucha ilusión poder charlar en el cole, en la biblioteca, entre algunos de sus cuentos. En el mismo cole en el que ya hace tiempo, estudió Chandro.