Gonzalo Moure

Jueves, 01 marzo 2018

Publicado en: Actualidad


Imagen relacionadaEl otro día estuvimos hablando con Gonzalo Moure y le hicimos una entrevista en la que le preguntamos sobre él y dos grandes libros, “Lili, Libertad” y “El niño luz de plata”.

Sabemos que ha trabajado en la radio mucho tiempo y  decidió cambiar a la literatura, ¿fue de la noche a la mañana o lo estuvo pensando mucho tiempo? ¿Por qué lo hizo?

-La verdad es que fue mi sueño desde niño. Desde antes de saber leer y escribir, ya fingía que escribía y me inventaba las historias. Pero luego me puse a trabajar como periodista, y siempre “aparcaba” mi sueño. Hasta que dije: ahora o nunca. Y con 38 años, en 1989, me lancé. ¿Y por qué? Por cumplir mi sueño.

¿Cuántos años lleva escribiendo?

-En realidad escribí siempre, toda mi vida. Incluso cuando estuve en la cárcel, en los años 70. Pero escribía para mí. Escribo para ser leído desde 1989, o sea, casi 28 años. Y en esos años he publicado más de 40 libros. El último acaba de salir, “Aurora o nunca”, escrito con otros nueve escritores de toda España.

¿De qué novela o cuento está más orgulloso?

-De “Palabras de Caramelo”, sin duda. Creo que es en el que conseguí que no sobrara ni faltara ninguna palabra. Fue un trabajo de selección y corrección, hasta que di con el texto justo, en el que expreso todo lo que siento en mi corazón sobre la vida, la amistad, la belleza, el amor.

¿Cómo se llama el primer libro del que se acuerde?

-Se llama “Geranium”, y es una novela de ciencia ficción en la que, por exigencias de la historia, fue la primera vez que vi la vida, y el universo, a través de los ojos de un niño. Y eso me dio la clave de todo lo que luego he escrito.

¿Qué premios ha recibido por sus libros?

-Mira, de mis libros me acuerdo. De los premios, solo de los más importantes: El Barco de Vapor, Gran Angular, el Jaén dos veces, el Ala Delta, y el último, el Cervantes Chico el año pasado, pero éste por toda la obra, no por un libro concreto.

¿Qué libro ha tardado más en escribir? ¿Cuánto tardaste?

-De los acabados, “El síndrome de Mozart”. Estuve investigando y estudiando tres años, más luego algunos meses conociendo chicas y chicos afectados por el Síndrome de Williams, hasta que empecé a escribir, durante casi un año. Así que, en total, caso cuatro años.

Ahora nos centramos en “LILI, LIBERTAD”

¿Existió Lili en la vida real?

-En “Lili, Libertad” hay una combinación de dos realidades. La primera, cuando vi que llevaban a un niño disfrazado al colegio, llorando como si lo fueran a matar. La segunda, mi propia realidad, cuando era un niño, y me pasó algo semejante en el colegio. Luego, fui construyendo una historia distinta, pero con esas bases de realidad.

¿Por qué cree que el personaje del profesor don Mauricio es tan injusto con Lili?

-Al principio lo es, es cierto. Y creo que es porque Lili pone en tela de juicio su autoridad. Creo que en sus inicios pudo ser un buen maestro, pero poco a poco se ha ido endureciendo, incapaz de entender a sus alumnos, y sometiéndolos a la disciplina: el que manda soy yo. Hasta que Lili hace que se le hundan los cimientos, y es capaz de cambiar. Yo creo que al final, cuando se abre la puerta, entra él, también disfrazado. Que es una forma de pedir perdón, de reconocer que se había equivocado. En realidad, esa evolución me encanta.

Para escribir el libro, ¿se puso en la piel de Lili?

-Sí, claro. No entiendo otra forma de escribir que esa: ponerse en la piel del protagonista, ver a través de sus ojos, sentir con su alma. Reír cuando el personaje llora, llorar cuando llora, amar cuando ama.

¿Cuál es la finalidad o moraleja del libro?

-¡Ninguna! Eso es algo que depende del lector, que cada uno saque las consecuencias que quiera. Pero no escribo para nada, o más bien solo para contar una historia.

¿Te pareció un buen libro al principio? ¿Y pensó que iba a tener éxito?

-Uno no lo sabe cuando está escribiendo. Yo creo que la clave está en escribir con pasión, sintiendo que lo que estás escribiendo es la vida real. Yo lo llamo  “escribir”. Luego, que tenga éxito o no, depende de si logras o no que el lector conecte con tus sentimientos a través de la palabra.

¿Ha recibido algún premio con esta novela?

Sí, sí, gané el Barco de Vapor, que para mí fue muy importante, porque me hizo creer en mí mismo, en lo que escribía.

¿Cómo se le ocurrió el juego de filipinas para mañana?

-¡Lo jugábamos siempre, cuando era pequeño! Y de vez en cuando, gracias al libro, hay quien lo vuelve a jugar, aunque ya esté pasado de moda

¿Cuánto ha tardado en escribir este libro?

-Unos cuantos meses, porque el primer borrador no me convenció. Entonces era un niño, Lobeto, porque el que había visto disfrazado y llorando era un niño. Pero al acabar me di cuenta de que no, de que tenía que ser una niña, y volví a empezar de cero. Y después aún tardé bastante en encontrar algunas claves, como el nombre de la niña.

¿Era Lili la directora de verdad?

-Cuando lo escribí, yo estaba seguro de que sí, de que ella fue Lili. De ahí que sea una historia de otro tiempo, cuando había en los colegios muchos “Don Mauricio”. Pero ahora no estoy seguro. Y me gusta eso: lo que no está escrito, dicho, admite interpretaciones. Ha habido quien me ha dicho que era su madre, incluso quien me ha dicho que la directora era Don Mauricio, y que era en realidad ella la que había vivido aquella cura de humildad… ¡Me gusta esa posibilidad!

Pasemos a “EL NIÑO LUZ DE PLATA”

¿De dónde le surgió la idea?

-En realidad fue un poco fruto de la casualidad. Tuttu, una de las niñas del club de lectura de Farsía, en el campamento de Smara, me preguntó cómo se escribía un libro, y de inmediato nos pusimos manos a la obra. Lo redacté yo al final, pero todas las ideas son de ellos, de todos los niños del club.

¿Estos dibujos tienen algún significado?

-Son muy simbólicos. En ellos está el campamento visto “desde la luna”. Pero están también las jaimas, donde viven, los objetos que tienen en la jaima, todo un modo de vida. Clara, la ilustradora, huyó de contar lo que ya cuenta el texto, y eso me parece genial.

¿Najib es un niño real?

-Si quieres decir si es un niño de verdad, no. Es un personaje inventado por los niños, pero que en realidad podría ser cualquiera de ellos. Digamos que es un niño saharaui ideal: listo, inteligente, sensible, soñador, y, sobre todo, buen amigo.

En la última parte pone que lo ha escrito con niños del Sahara ¿les ha enseñado a escribir historias?

-¡De eso se trataba! De decirles, como os lo digo a vosotros, que solo hay que mirar alrededor para encontrar algo que contar a los demás Y que la técnica va surgiendo, si la historia “desea ser contada”. Todos somos escritores en potencia. La única condición es esa: tener algo que contar.

¿Los dibujos están pensados y dibujados por niños o es trabajo de una ilustradora?

– Son el trabajo de Clara Bailo, que era la arquitecta de la biblioteca que estábamos construyendo entonces. Son dibujos tomados de la realidad, sobre el terreno. Ella venía a las reuniones del club, y luego iba conmigo a contar la historia en los colegios, y hacía dibujos, muchos más sencillos, en directo, tal como yo iba contando.

¿Cómo pensó que iba a ser buena idea escribirlo con niños?

-¡Lo que pienso es que es buena idea que los niños escriban! Que encuentren historias que contar, que sepan mirar y escuchar para descubrirlas. Y sí, claro, fue una experiencia preciosa, muy sugerente. Este año está haciendo lo mismo Mónica Rodríguez, una magnífica escritora que usó la semana santa para irse a los campamentos a escribir con los niños de allí una historia nueva.

¿Cree que tendrá éxito?

-¡Ya lo está siendo! Hemos tenido que hacer ya la segunda edición, porque vendimos los 2000 ejemplares de la primera en un par de meses. Y lo importante es que con los beneficios de El niño de luz de plata ya estamos acabando la construcción de la cuarta biblioteca del proyecto Bubisher: tener una biblioteca y un bibliobús en cada uno de los cinco campamentos.

¿Para qué edad está pensado el libro?

-De siete u ocho años en adelante.

¿Cree que puede haber una segunda parte del hijo del sol, el hijo de la luna y Najib?

-¡Es una buena idea! ¡Quién sabe!

La última pregunta: ¿por qué recomienda leerlo aparte de por el objetivo de la donación de cara a la creación de la biblioteca en los campamentos?

-Porque contiene una idea que me parece preciosa: que tener un amigo no es querer algo de él, sino querer lo mejor para él, aunque eso implique un sacrificio. En el caso de Najib, el sacrificio es no tener cerca a Luz de Plata

 

A mil hojas

Curso: 1º ESO

Tutor: Ana Jiménez de Maquirriain

Localización

Twitter