Robots para explorar la rara vida que puebla la cara inferior de las placas de hielo marino antártico
Una nueva tecnología robótica, diseñada especialmente para explorar hasta grandes distancias la cara inferior de las placas de hielo marino antártico, promete marcar un antes y un después en la investigación de la Antártida. Hasta ahora, la cara inferior de dichas capas de hielo, un entorno esencialmente vedado para el Ser Humano, solo resultaba factible de visitar por buceadores especialmente entrenados y sin alejarse mucho del punto de inmersión, o por algunos robots subacuáticos de exploración general que fuesen capaces de afrontar el reto.
Lars Chresten Lund Hansen, Brian Sorrell y Bibi Ziersen, de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, y sus colegas de equipo de Australia y Nueva Zelanda, han estado desarrollando y probando un nuevo método para cartografiar la distribución de algas aposentadas en la cara inferior de placas de hielo marino en la Antártida. Parte de su labor de campo la han realizado justo al lado de una cabaña usada cien años atrás por la trágica expedición de Robert Falcon Scott que aspiraba a ser la primera en llegar al Polo Sur y acabó con la muerte de sus integrantes. Scott y sus hombres lograron llegar al Polo Sur, aunque solo para descubrir que se les había adelantado la expedición de Roald Amundsen, y durante el durísimo viaje de regreso acabaron pereciendo.
Cien años después, la Antártida sigue siendo un lugar lleno de misterios a explorar. Uno de ellos es el de esas llamativas algas que crecen “cabeza abajo” en la cara inferior de las placas de hielo marino antártico.
Dichas algas pueden formar grandes colonias o “matorrales” en la cara inferior de la capa de hielo. Empiezan a crecer bajo este en cuanto el Sol surge a principios de la primavera, y sobreviven de la pequeña cantidad de luz solar que atraviesa la masa de hielo.
Para investigar a estas algas mediante el robot especializado, con forma de torpedo, se perfora la capa de hielo hasta llegar al agua y se descuelga al robot por el pozo. Una vez dentro del agua es capaz de cartografiar detalladamente el extraño terreno invertido que discurre al otro lado de la capa de hielo.
El robot sigue una trayectoria preprogramada y cartografía la distribución de las algas a lo largo y ancho de áreas muy grandes donde las inspecciones no habían sido anteriormente posibles.
Este nuevo tipo de robot especializado deriva de otro originalmente diseñado para estudiar el lecho marino y cosas como los tipos de sedimento. Con las modificaciones hechas por los científicos australianos del equipo, ahora puede desempeñar su nuevo papel con gran eficiencia.
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