JÓVENES TALENTOS LITERARIOS
A continuación os ofrecemos el relato de una de las componentes de nuestro grupo, Claudia Arenzana, quien ha escrito un interesante ensayo sobre la adolescencia. ¡Recomendamos su lectura pues seguro que os sentís identificados! Ahhhh, ¡seguro que a nuestros padres también les ayuda!
ADOLESCENCIA
Es un día normal en el instituto. El típico día de invierno en el que se empañan los cristales de la clase. Por suerte estoy, al lado del radiador que se agradece en las mañanas frías de invierno. Ya ha pasado la primera hora de la interminable jornada. Sociales es una de mis asignaturas favoritas la verdad pero, a primera hora, casi recién levantada, y con la cara de zombi que llevo no es que preste mucha atención. La siguiente clase es inglés pero el profesor se suele retrasar, así que me quedo mirando por la ventana, observando el ir y venir de los alumnos. Sus caras lánguidas llevando kilos de libros a la espalda, algunos con prisa otros se lo toman con calma. ¿Qué será de ellos en un futuro? El futuro es algo que parece muy lejano. Desde pequeños nos hacen la típica pregunta “¿qué quieres ser de mayor? Recuerdo que cuando era pequeña no tenía claro lo que quería ser pero estaba segura de lo que no quería hacer como atender a niños con cáncer, me tocó verlo de cerca una vez y aquella situación me apenó enormemente. Al llegar al instituto la cosa cambia todo se vuelve serio, estudias para tener un futuro o incluso por obligación, no te paras a pensar en si te gusta o no. El instituto está lleno de cambios la verdad, cambios que se viven con más intensidad desde la montaña rusa que es la adolescencia. Empiezas a conocer nuevas amistades. Poco se habla de los amigos de verdad, los que siempre han estado ahí y que te han visto en tus mejores y tus peores. No esa gente falsa que solo se interesan por ti en los cambios de clase para pedirte los deberes. Esos amigos que te llenan el vaso cuando lo ves medio vacío y te quitan la botella cuando estas al borde del abismo. También los chicos comienzan a meterse en tu vida. Unos solo de pasada, otros llegan para quedarse. Te enamoras por primera vez, estás con la mirada perdida en clase pensando en las conversaciones que tienes con él, que ni siquiera son en persona pero que para ti son las mejores. Incluso te distraes cuando estudias. Para colmo tus padres no te entienden, no entienden ese cuatro en matemáticas, que lo has intentado hacer lo mejor que has podido pero los nervios te jugaron una mala pasada. Pero después de todo de los fallos se aprende. Luego están los profesores que si te tienen manía, que si eres el enchufado, que si me suspende por dos décimas… De verdad, no creo que los profesores tengan tiempo para hacerles la vida imposible a los alumnos solo pretenden formarnos y tú te adaptas a lo que te toca. El instituto ha supuesto un gran cambio y más siendo adolescente. Pero la vida es un cambio constante. La vida es una gran selva en la que te plantan y tú decides si quedarte quieto o luchar, avanzar hacia delante aunque des vueltas en redondo, pero si no luchas no lo intentas y nunca sabrás si ha merecido la pena. Por ello hay que esforzarse si se quiere conseguir lo que se quiere. No vale la típica escusa “Papa déjame que estoy adolescente”. Hay que saber apreciar lo bueno de cada etapa de nuestra vida en ese preciso momento en el que estas dentro. ¡Soy adolescente sí y a mucha honra! ¡Uff! han pasado 15 minutos y yo sigo mirando por la ventana. Se ha puesto a llover y yo me quedo absorta como las gotas se deslizan a su gusto e inesperadamente por el cristal. El carraspeo del profesor que ya ha entrado en clase me hace volver de repente a la realidad de mi pupitre.
Como veis, entre los componentes de nuestros grupos hay grandes promesas de la literatura española, ¿quién sabe si estamos ante el próximo ganador de un Premio Ondas?
Relato de Claudia Arenzana Cristóbal, una de las alumnas premiadas en el Certamen Literario de San Juan Bosco.
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