La edad de la ira

“La edad de la ira”, esa época llamada adolescencia en la que los sueños y las ganas de revindicar están más a flor de piel que nunca.

De esto trata la obra que vimos en el Teatro Bretón el lunes 26.

El escenario; se salía de ordinario con un decorado en el que la tecnología se alía con los sentimientos  de forma que la emoción emerge fácilmente, los baños de cristal hacían de pantalla para proyectar escenas que no se podían representar. Hay que añadir que “La edad de la ira” es una novela escrita por Fernando J. López y que fue este mismo autor quien adaptó la novela para que el director José Luis Arellano pudiera exponerla. Esto unido a la excelente puesta en escena de La Joven Compañía, se convierte en bullir de personajes en los que los sentimientos afloran consiguiendo que el espectador se convierta en protagonista en el que aflora la pasión, el odio y la ira.

Todo empezó cuando Marcos, un estudiante de bachillerato, parece que ha asesinado a su padre y a uno de sus hermanos. En esta obra aparece una gran crítica a la sociedad como a lo rápido que ponemos una etiqueta a alguien simplemente por tener peores calificaciones en el ámbito escolar; como dijo Albert Einstein: “Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”. 

Esta  obra hace además una crítica al machismo, a la homofobia y a como los adultos callan nuestra voz dando más importancia a la suya.

Se plantean problemas actuales, de la vida cotidiana en los que la mayoría se puede sentir reflejado. Y eso es gracias a los actores que han interpretado muy bien a sus personajes, nos han hecho emocionarnos, sentirnos reflejados, odiar a algunos o amar a otros, pero sobre todo nos han llenado de ganas de luchar por nuestra propia voz, por hacernos respetar y sobre todo a no juzgar nunca, porque al final nadie cabe en esa palabra llamada normalidad.