Tercer mundo

Actualmente, en el mundo hay lugares en los que existen diferentes clases: clase alta, clase media y clase baja, dependiendo de la riqueza y de los recursos que poseen. Pero hay clases que no se deben olvidar, son la población del Tercer y Cuarto Mundo, denominados así por el alto nivel de pobreza que hay entre la población.

Nosotros vivimos en una sociedad de consumismo en la que una de nuestras principales preocupaciones es tener wifi, redes sociales y tener el móvil cargado. Sin embargo, en algunos lugares viven en un estado de precariedad en el que una simple cama es un artículo de lujo y un plato de arroz su única comida diaria (y a veces ni eso). La escasez de agua potable es otra falta importante, ya que tienen que recorrer varios kilómetros para acceder a ella, mientras que nosotros la tenemos al alcance y a veces la malgastamos.
Una vez más, hemos entrevistado a otra voluntaria llamada Paloma Monreal que nos va a contar la experiencia desde su punto de vista:
– ¿Qué tal fue la experiencia de las misiones?
Es una experiencia que te cambia la vida. Los problemas que tenemos aquí desaparecen y aprendes lo que son problemas de verdad. Al ver las realidades de otros países, comprendes lo afortunados que somos. La mayoría de esos niños están “condenados” y sus vidas van a ser difíciles en el futuro, por lo que nuestra labor es intentar darles todo el amor posible los días que estamos allí. Pero al final los que te dan son ellos. Te llenan el corazón.

 

 

– ¿En qué país/países estuviste colaborando?
En 2012 estuve en Paraguay, mientras que en 2016 estuve en Senegal.
– ¿Qué función ejerciste en tu estancia?
En Paraguay estuvimos en un internado de 300 niños y niñas, en medio del Chaco Paraguayo, la región más pobre. Allí, durante cuarenta días, fuimos unas manos extras para dar apoyo a las hermanas y hermanos que llevan el internado. Ayudamos a limpiar toda una biblioteca que llevaba años acumulando polvo y libros, pero sobre todo ayudamos con las clases de los niños y éramos una especie de monitores de tiempo libre. Yo di clases de inglés, de Educación Física y de refuerzo de lectura.
En Senegal no nos quedamos en un sitio fijo. Estuvimos en Dakar, Baback y Saint Louis. Íbamos de casa en casa (siempre con las hermanas de San José de Cluny), ayudando en los dispensarios. Mi hermana es enfermera y ella ayudaba en las curas. Yo, mientras tanto, ayudaba en la farmacia a contar medicamentos o entretenía a los niños que venían a acompañar a sus padres con un balón. Es alucinante lo que hace un balón en cualquier lugar del mundo

 

 

 

 

– ¿Tuviste alguna relación de amistad con las personas con las que estuviste?

Por supuesto. En Paraguay dejamos grandes amigos en los niños del internado, así como las hermanas de Cluny. En Senegal con los niños jugábamos, pero al movernos tanto, la relación fue más con las religiosas.
– ¿Te acompañó alguien en la experiencia?
A Paraguay fui con dos amigas y un amigo. Cada uno especialista en una cosa diferente, por lo que nos repartíamos las clases. A Senegal fui con mi hermana, que es enfermera, por lo que ella podía ayudar mucho en los dispensarios, mientras que yo entretenía a los niños fuera jugando con el balón.
– ¿Piensas repetir este viaje?
Por supuesto. De hecho, mi hermana fue en 2014 a Paraguay, pero nos había quedado pendiente ir juntas. Así que en agosto de este verano vamos a hacerlo. Tenemos muchas ganas de ver cómo han crecido todos los pequeños.