Sociedad y actualidad
Violencia de género
Viernes, 24 marzo 2017
Publicado en: colegio
Tiene estrellas en los ojos que iluminan mi noche entera,
y en las caderas la fiesta,
la guerra.
Con el ritmo en la sangre,
con la poesía en los labios.
Mi musa
o quizá más el poema… La metáfora.
Tiene un verso escondido entre los hoyuelos y se le ha perdido la rima, entre las risas.
Sus andares curan. Su sonrisa mata; o quizá sea al revés.
Me perdí en ella y ya no busco el norte.
Decidí escribirle canciones, pero ninguna melodía estaba a la altura del sonido de su risa,
ni ningún poema dedicado le llegaría a la suela de los zapatos.
Era como estar junto a una gran hoguera que danza,
que lo calienta y lo ilumina todo,
pero que también, a su vez, amenaza con consumirte por el camino.
Se pinta los labios de rojo y sale a bailar, salvaje.
Fiera vestida de encaje,
se desliza entre la gente y sonríe,
sabedora de su destino.
Que el hueco entre mis labios sea su asesino.
El cigarro ya no le prende.
Se ha apagado su fuego.
Le tiemblan las manos al coger la botella.
Enganchado,
como la cerilla al bidón de gasolina,
como el mar de la tormenta que lo agita.
Vicios.
Él llora y el cielo también.
Parece tranquilo, pero sus demonios han encendido todas las alarmas.
Su respiración como banda sonora de un final triste,
y sus costillas como búnker, protección de los sentimientos ajenos.
La llama de sus sueños, grita que vuelva,
pero lo susurra y sólo su alma lo escucha.
Desecho como la cama, sábanas arrugadas.
Descosido por doquier, se van rompiendo sus hilos.
Se pierde en el laberinto,
o quizá sólo se esté encontrando a sí mismo.