AUNQUE NO QUIERAS, A COMPRAR EN LAS AFUERAS
AUNQUE NO QUIERAS, A COMPRAR EN LAS AFUERAS
Digamos que para una ciudad pequeña y cómoda como Logroño, la llegada de
la primera gran superficie comercial, produjo diversas reacciones, desde la curiosidad
hasta el miedo.
Acostumbrados a hacer la compra en la Plaza del Corregidor, Mercado de
Abastos, pequeñas tiendas de barrio y algún que otro supermercado como Sabeco y
Simago, que ya habían irrumpido en las vidas de nuestros mayores, acudir el 29 de
agosto de 1989, a la inauguración del gigante francés Alcampo, cambio sus vidas para
siempre.
Comenzó así un ir y venir con coches cargados de compra semanal a la que
nadie estaba acostumbrado, como tampoco lo estaban a ver tanta oferta de productos
al mismo tiempo. Pero lo que ya pasó a formar parte de su rutina fue la guerra de
precios que ofrecía este coloso. Esos folletos que ofrecían ofertas nunca imaginadas y
que el comprador empezó a tener en cuenta, e incluso a aprender de memoria.
Cuando todavía se estaban acostumbrando a esta nueva manera de comprar,
en el 2003 llegó el Centro Comercial Berceo. Este ya incluía hipermercado, cines y
toda clase de tiendas que se puedan imaginar.
Estaba claro que los tiempos habían cambiado y que la gente necesita cosas
nuevas, pero se consiguió convertir el centro de Logroño, en el fantasma que todavía
hoy luchar por sobrevivir.
Los pequeños comercios de toda la vida no pudieron competir con la oferta de
variedad y precios que los centros comerciales ofrecían. Poco a poco los negocios
fueron desapareciendo del centro: boutiques, jugueterías, tiendas de
electrodomésticos…
Y a la fuerza, hubo que ir a comprar a las afueras, con los inconvenientes que
ello supone: tiempo, uso de un medio de transporte y aguantarse el miedo a los
grandes espacios.
Para nosotros, los jóvenes, lo normal es ir de un centro comercial al otro como
si tal cosa. Hasta los echamos de menos, cuando viajamos a lugares pequeños donde
no los hay.
¿Pero qué pasa con el centro de las ciudades?
Esperemos que el pequeño comercio sepa reinventarse, para que llenen de
nuevo esos locales vacíos que vemos en pleno centro de nuestra ciudad.
¿Qué hay más agradable que ir de compras y que quien te atiende, sepa tu nombre y
conozca tus gustos?