EL SAUCE LLORÓN

Viernes, 31 marzo 2017

Publicado en: Nuestros trabajos


 

En una ciudad llamada Gorla, perteneciente a la Península Moniker, donde vivía una campesina por nombre Elizabeth.

Era una mujer inteligente y hermosa, tan hermosa como algunas diosas. Tenía un largo y rizado cabello fino como el oro, los ojos azules y profundos y unos labios finos y rojos como una rosa.

Todos los hombres la deseaban, pero al ser pobre, ninguno podía estar con ella.

Un día Sauce el dios de la naturaleza, sintió un enorme sentimiento de amor por aquella muchacha. Y sin pensarlo descendió del Olimpo para conquistarla.

Elizabeth al ver a aquel apuesto hombre de pelo moreno y ojos verdes, no tuvo más remedio que enamorarse de él.

Meses después de haber estado con Sauce dio a luz a dos preciosas gemelas. Recibieron el nombre de Aletea y Elaria.

Aletea tenia pelo rubio, largo y reluciente, unos ojos azules como el mar, una piel blanca como la nieve y tenía unos labios finos y dulces. Era alta, amable, inteligente y sonriente.

Elaria tenía el pelo castaño, largo y rizado, alta y morena, con ojos verdes como la esmeralda, tenía unos labios finos y rojos. Era alegre y astuta.

Por igual las dos eran atrevidas y seguras de sí mismas.

Cuando estas nacieron Sauce dio a Elizabeth sus riquezas.

Dieciséis años después Zeus se enteró de aquello. Este castigó a Sauce enfermando gravemente a Elizabeth.

A Elaria y Aletea les invadió la tristeza  al enterarse.

Con su astucia buscaron sin descanso una cura para su madre. Se les ocurrió un plan, con el que además de curarla, se vengarían de Zeus.

Rápidamente las gemelas fueron hacia el monte Olimpo. Por el camino se encontraron un estanque donde había varias muchachas hermosas. Iban vestidas con ropajes de la naturaleza recibían el nombre de ninfas. Estas les contaron que tenían un conflicto con Zeus. Aletea y Elaria aprovecharon la ocasión para unirse a ellas y vengarse de Zeus.

El plan era que una de las ninfas conquistaría el corazón de Zeus y lo enamoraría tan alocadamente para que luego el “no” a su amor le partiría en dos, ya que la cura era una lagrima de este.

Acualia la ninfa que le conquistaría se dirigió a la cima del monte donde Zeus, la pudiese ver. Este no tardó en aparecer. Después de unos días se enamoró locamente de Acualia y está en el momento que le declaró su amor, le rechazó bruscamente.

Le rompió el corazón y le cayó una lágrima sobre su bonito rostro y Acualia la recogió en un pequeño frasco. Rápidamente el frasco se lo llevó a las gemelas, porque sin esa miserable gotita su madre moriría de manera muy cruel. Zeus subió al Olimpo desconcertado sin darse cuenta de lo ocurrido.

Sauce que contemplaba esto se le llenó el cuerpo de alegría porque Elizabeth quedaría libre de esta tragedia. Aletea y Elaria fueron hacia el palacio donde vivían y reposaba su madre. Le entregaron inmediatamente el frasco que contenía la lágrima de Zeus. Después de tomarse esa simple gotita Elizabeth se recuperó.

Ellas y su familia se alegraron mucho del milagro que había sucedido.

Vivieron su vida tan normal como siempre habían hecho, pero no por mucho tiempo…

 Después de unos años.

Comenzó de nuevo esta tempestad.

Zeus ya pensaba que le había castigado suficiente, como él quería. Un día que caminaba lleno de alegría con su largo bastón marrón y protegido por su escudo de oro macizo redondo y grande.

 Aletea y Elaria ya habían olvidado todo pero justo ese día el destino o la casualidad les hizo reencontrarse.

El reencuentro no fue muy bueno ya que aún guardaban rencor en el corazón.

Zeus les lanzó un rayo, pero estas ágilmente se apartaron. Y empezó una pelea entre ellos. Estos hicieron una apuesta que consistía en quien ganase este duelo podía hacer lo que quisiera con la pobre Elizabeth. Las gemelas no tuvieron otra cosa que aceptar ya que sino Zeus la mataría por sí mismo.

Zeus no quiso perder el tiempo y empezó la batalla. Mientras pasaba el desafío este Dios se quedaba sin fuerzas porque eran dos contra uno y las normas era de jugar como en la calle, no usar poderes. Zeus estaba tan convencido de que podía ganar sin poderes que con poderes y así fue. Elaria y Aletea se tuvieron que rendir y Zeus les dio de plaza una semana para despedirse de su madre y entregársela a este. Elizabeth ya era una anciana sin poca vida por delante.

  Antes de entregársela a Zeus la pobre anciana murió en los brazos de su familia. Toda la batalla que habían realizaron la semana pasada no sirvió de nada. Al explicarle las hijas de Elizabeth a Zeus lo que había pasado, este hecho a llorar, porque no la quería matar sino usarla como sirvienta en el Olimpo.

Sauce que lo había visto todo, planto en su honor al lado de su tumba un precioso árbol y con millones de hojas, al que llamo Sauce llorón al que su familia siempre visitaba.

Lollipop

Curso: 1º ESO

Tutor: Miryan Guerra Escalona

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