Algo totalmente vocacional y sacrificado
Jueves, 30 marzo 2017
Publicado en: Reportajes
En esta ocasión, hemos podido conocer un poco más sobre una profesión bastante desconocida entre nosotros, los jóvenes: la del trabajador social. Para ello, tuvimos la oportunidad de charlar con alguien que se dedica a ello, pero por cuestiones laborales, prefiere mantener su anonimato.
Para empezar, hay que saber que los trabajadores sociales trabajan con personas en conflicto social: maltrato, drogas, desahucio… Toda aquella gente que la sociedad deja un poco de lado.
Esta profesión precisa de unos estudios universitarios previos, en los que se estudia el cómo educar e integrar a estas personas. Suele ser una carrera mucho más común entre mujeres, pero también hay muchos hombres ejerciendo. Hay distintos tipos de trabajador social, está el trabajador, el educador y por último el integrador social, que es el que acompaña a la persona siempre que lo necesita.
Estos trabajadores hacen una distinción entre los diferentes grupos: la familia, que obtiene ayudas económicas para poder tener una vida con lo fundamental (agua, luz, un empleo…); el grupo de la mujer maltratada, donde se encuentran las psicólogas y educadoras, mujeres en su gran mayoría para que la víctima del maltrato se sienta más cómoda y el de menores, en el cual está el trabajador social que nos ha proporcionado esta información, con lo que nos centraremos en este último grupo.
“Trabajar con un colectivo es complicado -dice-, porque es meterte en una historia en la que tú no estás incluido. Al final se intenta ayudar desde el principio, pero el otro tiene que poner de su parte, es decir, tiene que demostrar que él también está intentando arreglar el problema“.
En los conocidos “pisos” es donde viven los menores de edad que por diferentes motivos han tenido que abandonar a sus familias e irse a vivir a una residencia. Estos jóvenes necesitan permisos para que vuelvan con sus padres durante un tiempo determinado. Con esto, se busca en todo momento que el menor pueda volver a su entorno, que regrese con su familia.
En el caso de las menores que están embarazadas, también ellas tienen oportunidades ofrecidas por los trabajadores sociales con las cuales continuar sus estudios, como profesores en casa, o clases como las que ofrece YMCA, que son de un nivel más bajo al que estamos acostumbrados, orientadas a una formación profesional. También está Proyecto Hombre, que se encarga de las desintoxicaciones.
Por otra parte, en los grupos más míseros hay muchos problemas, de los cuales conocemos muy poco. “Ellos son los que no tienen nada que perder, y no os imagináis lo peligroso que puede llegar a ser alguien cuando no tiene nada que perder“, dice él.
Los trabajadores sociales, se enfrentan día tras día a situaciones que no pueden predecir. “Un día estás aquí y otro día estás allí, y eso es lo bonito de mi profesión, aunque mi mujer dejó de preguntar por mi trabajo al poco tiempo de comenzar a trabajar, ya que se viven <situaciones muy límite>“. Sin embargo, afirma que es algo muy vocacional y que sin duda volvería a elegir esta como su profesión. “Es bonito porque consigues que un chaval cambie su forma de ver la vida, que consiga ver una salida a todos sus problemas”
“A la hora de tener un enfrentamiento, mi secreto es descolocar a la otra persona, -dice al hablar de experiencias laborales-, eso hace que frenen un poco. Una anécdota muy graciosa que he tenido trabajando, fue cuando a una chica que solía robar frecuentemente, un compañero y yo le guardamos todas sus pertenencias en una bolsa y sin que ella se diera cuenta la cambiamos por otra aparentemente idéntica, pero con papeles dentro. Delante de ella le amenazamos con tirarla a una piscina para destrozarla y así lo hicimos. Ella fue corriendo a por la bolsa y al ver que era todo falso, se enfadó, pero todos lo recordamos con mucho cariño. La descolocamos totalmente, y a partir de ahí comenzó a cambiar un poco“. “Para ellos somos los malos, pero por ejemplo, personalmente, yo he ido a la boda de una chica que estuvo en una residencia en la cual yo estaba a su cargo, y he visto cómo ha hecho su vida, ha formado una familia preciosa e incluso asistí a su boda“.
“No pretendo mentir, muchas veces he visto a chavales con los que he trabajado pidiendo en la calle, o en un banco viviendo, y eso es lo peor de mi trabajo. Pero con haber visto a tres personas que han formado su vida, que tienen trabajo y son felices, estoy muy satisfecho con mi trabajo y me siento orgulloso de mi profesión“.
Los trabajadores sociales tienen que mantener una gran discreción. No se sábe dónde están trabajando, porque parte de su trabajo es ese secreto, ya que estamos hablando de circunstancias en las que la familia no puede contactar con la persona. De esto solo están informados los profesionales.
Después de la pequeña investigación sobre esta gran labor, consideramos que hay que valorar más otras profesiones que son bastante desconocidas, como la del trabajador social.