¿Te invito a un libro? Re-read, primera librería low cost en Logroño
Domingo, 19 febrero 2017
Publicado en: Ratones de biblioteca...
Una montaña de libros conviven apilados en el escaparate. Algunos rodeados de lazos bien anudados. Del techo cuelgan hileras con papeles impresos y recortados en forma de corazón. Apenas ha pasado un mes desde su inauguración y la librería Re-Read, situada en el número 36 de la calle Doctores Castroviejo, y la tienda logroñesa ya recibe decenas de visitantes al día. En su mayoría son curiosos que se asoman a la cristalera y descubren un espacio amplio y minimalista, con unas estanterías blancas repletas de libros, todos ellos de segunda mano y ordenados por género y autor. Entras en este rinconcito que, al igual que muchos otros, adorna el Paseo de las Cien Tiendas, e inevitablemente tu mirada choca con el rótulo que hay en la pared: los precios.
‘’Un libro cuesta tres euros, dos cinco y, por 10 euros, te llevas cinco’’ nos explica Magaly MacFarland, propietaria de la tienda junto con su marido y a quien hemos pedido entrevistar para conocer un poco más esta joya logroñesa.
‘’La idea la tuvimos hace dos años cuando fuimos de visita a Pamplona. Conocimos esta tienda que pertenece a una franquicia pero son tan familiares que nos gustó muchísimo la idea, mi marido es un amante de los clásicos y…bueno, se volvió loco comprando libros. Lo fuimos pensando y él tomó la decisión de ir a Barcelona y abrir una tienda aquí’’. Magaly comienza a relatarnos su historia y noto cómo acentúa la palabras ‘’amante de los clásicos’’ al hablar de su marido mientras deja escapar una sonrisa. ¿Una tienda familiar perteneciente a una franquicia? Sí, pues estos son el tipo de negocios que conservan la cálida atmósfera de las antiguas librerías, donde puedes dedicar horas a ojear libros, acompañado por la música clásica que suena de fondo y las tranquilas y cercanas pisadas de los otros clientes.
A escasamente veinte metros, el imponente Santos Ochoa dirige visiblemente su mirada hacia la tienda. ¿Resultará intimidante? ‘’No creamos competencia ni nada, porque somos una cosa diferente. Ellos tienen libros nuevos, cafetería, sala de juegos…Aquí no, vendemos libros de segunda mano y no cogemos más allá de la edición del 90. Aquí no vas a encontrar tampoco libros antiguos, descalificados…para eso tienes que ir a otro tipo de librerías. Esto es una librería ligera, low cost, donde te puedes permitir libros por tres euros que nosotros compramos por veinte céntimos’’. Tampoco parecen temer a las nuevas tecnologías, que ya han restado demasiada importancia a las librerías físicas. Muchos de sus clientes utilizan E-Books pero, resignados, terminan comprando el libro impreso por el mismo precio.
‘’Es un poco el juego de darle una segunda vida al libro, ese que ya has dejado guardado en una caja o armario y que aquí igual encuentra otro dueño’’.
La pasión por la lectura de Rubén Angulo Alba, su marido (y escritor riojano, que se dice pronto) la conquistó para llevar a cabo el proyecto. Un proyecto totalmente inesperado que dio comienzo en julio del año pasado cuando decidieron colocar un anuncio y recorrer pueblos de alrededor para regresar días después acompañados de miles de libros. Abrieron sus puertas a la ciudad el pasado enero con seis mil libros esperando ansiosos en su almacén, y continúan recibiendo de vecinos, pues las estanterías están cada día más rebosantes.
Ya hace un mes desde su apertura, y son muchos los libros que han encontrado un nuevo hogar. Sin embargo, hay algo que permanece ajeno al tiempo: el asombro de los transeúntes al ver sus precios. Y a Magaly le sorprende que bastantes vayan en busca del tomo más gordo, la portada más bonita o la tapa más dura y resistente. Es una mentalidad que espera ver desaparecer, es la atracción que crean estas presentaciones tan sugerentes y que buscan convencer tu bolsillo. ‘’Aunque sea de tapa dura, lo que viene dentro es lo mismo. Es idéntica historia que vas a leer’’.
¿Qué opinión tendrán los libreros de los novelas ‘’light’’? Magaly se muestra tolerante, ‘’siempre habrá gustos para todos’’. Y yo, parafraseando a su marido, me considero una seguidora de los muertos. Sin embargo, ella acaba por soltarse y me da su modesta opinión: ‘’Los clásicos seguirán siéndolo dentro de diez años, los profesores los continuarán leyendo en el colegio con sus alumnos, como El Lazarillo de Tormes, Madame Bovary…Luego con las novelas de ahora, por ejemplo, las románticas…no sé si eso sobrevivirá, ¡porque yo lo veo que no! Al principio mucha gente me traía novedades y decían que no les gustaban mucho. Eso con un clásico no ocurre, pasa el tiempo y siguen transmitiéndote esa sensación, sobre todo cuando llegas a una cierta edad en la que los comprendes’’.
‘’Desde el primer día que abrimos han entrado muchos jóvenes, y siempre muy contentos’’.
¡Sorpresa! ¿Alguien lo esperaba? Indudablemente, yo no. ‘’Es el ejemplo, si mi marido inculca a mis hijos a ir a la biblioteca, a sacar libros…Es una cosa en la cual no hay que forzarlos ya que no conseguirás que lean por obligación. Tienes que ser tú mismo quien le hable de ello, que él vea que tú lees. ¿Cómo le vas a exigir a un niño que lea si tú apenas coges un libro en tu vida? ¡Es que hay que apagar la tele y leer en familia! Cada uno escoge el libro que trate de lo que le gusta. Puede ser incluso de mecánica. Así se empieza, así se empieza a amar al libro. En vez de ver tanto la televisión en familia… ¡mejor sentarnos y leer un libro cada uno! El que quiera cada cual. Después se puede comentar, decir por qué te ha gustado, por qué no… Eso es lo mejor, que te vean leer a ti’’.
<<Haced lo que queráis, porque de todas maneras lo haréis mal>>, decía Sigmund Freud a las madres. Todo padre quiere ver a sus hijos devorando libros y disfrutando al leer mientras aprenden sobre mil y un asuntos, pero en su bienintencionado empeño por fomentar la lectura, consiguen totalmente lo opuesto. No se contagia un <<virus>> que no se tiene, ese el mensaje con el que deberíamos quedarnos de Magaly. Leer es un derecho, no un deber. Es inútil obligar a leer y además resulta contraproducente porque no se transmite una afición a la fuerza. Quizás la culpa no está en las tecnologías, sino en el ejemplo que damos a los más pequeños.
Ha sido un placer enorme conocer más a fondo este rinconcito y a Magaly, su pilar, quien nos ha hecho recordar que los jóvenes lectores no son, después de todo, una especie en extinción. Miguel de Cervantes decía: <<El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho>>. No pongamos zancadillas. Hasta entonces…nos leemos y, por si no nos volvemos a ver: ¡Buenos días, buenas tardes y buenas noches!
Irene Llanos Velasco, Pablo Gil Sodupe, Álvaro Tomé Nieto.