La cultura como hilo evocador

En 1952, Alfred Koeber y Clyde Kuckhohn compilaban “escasamente’’ 164 definiciones de «cultura». Demasiadas, ¿verdad? Quizás sea más apropiado limitarse a su etimología…La palabra cultura deriva del verbo latino “colere’’, que significa cultivar. El participio del verbo es “cultum”. A su vez, el adjetivo “cultus’’ se refiere a la propiedad que tiene un campo de estar cultivado. Por esta razón, “cultura’’ quería decir “agricultura’’, “culto’’ y “cultivado’’.

A caballo entre los siglos XV y XVI se empezó a comparar el espíritu de una persona ruda con un campo sin cultivar y su educación con el cultivo de ese campo. Esta metáfora dio pie a hablar del cultivo del alma, o cultivo de las aptitudes propias del ser humano. En este sentido hablar de un ser “cultivado’’ nos lleva a pensar en alguien que ha sido instruido o educado, en una “persona culta’’.

Digamos que paulatinamente España se ha alejado de aquellos siglos de mayor auge. Está claro que convertirse en una gran potencia militar no es necesario ni conveniente. Tampoco en una superpotencia económica por más que, evidentemente, pueda y deba mejorar en gran medida su posición actual.

Donde, en cambio, no existen límites al crecimiento es en el terreno cultural. La historia nos sirve de guía, un país pequeño y no especialmente rico puede convertirse en un foco de cultura de primer orden. Vivimos en una sociedad circundante que descuidada podría ser la noticia de su propia aniquilación y donde la cultura tiene cada vez menos cabida. Goethe decía:

”El que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años, se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día’’.

Debemos preocuparnos por la historia y la cultura para poder discernir el porqué de la política, económica y sociedad de hoy. Debemos asomarnos ante la ventana mágica que es la memoria de los siglos y sentir en nuestro rostro la nostálgica brisa del tiempo.

Así, las puertas de madera maciza del Museo de La Rioja incitan al viandante a ser traspasadas, pues flanquean la historia de nuestra comunidad, una historia repleta de aventuras y personajes fascinantes. Al igual que el cultivo de la tierra requiere tiempo y esfuerzo, el cultivo del conocimiento necesita tiempo y aprendizaje. ¿Qué mejor que comenzar por nuestras raíces más cercanas? Todo ello encorsetado en la Plaza de San Agustín, en los aposentos de quien vio crecer a la reina Isabel II. Esperemos que este intento de “documental’’ atraiga a más de uno…